miércoles, 16 de octubre de 2013

Conociendo profundamente a Manuel

Sofía Lezcano, Florencia Borán, Gonzalo Apaulaz y Lucas Moreno (quien narra) llegamos a Gorina, a la fábrica abandonada donde atiende Manuel, el curandero más famoso de la plata. Manuel nació en Tucumán, su papá falleció cuando él era chico y lo trajeron para Buenos Aires. Estuvo viviendo en varios lados antes de Gorina como Varela, La Capilla, Echeverri, etc.
A partir de los 10 años fue que comenzó con lo que se conoce bajo el nombre de “brujería” y que ciento de personas le transmiten su fe hacia él, confianza y admiración.
Nos dirigimos hacia la secretaria, para que le avisara, que nosotros habíamos llegado; mientras esperamos sentados en un rincón de la sala de espera.
En un momento sale una persona que no conocíamos y se dirige hacia nosotros y nos pregunta si éramos de la facultad a lo que nosotros respondemos que sí, él se da a conocer diciendo que es Manuel y que en unos minutos nos va a atender.
Nos volvimos a sentar y esperábamos a Manuel que termine de atender, Florencia y Gonzalo se fueron hacia afuera a sacar fotos y conseguir alguna otra entrevista. Mientras Sofía y yo esperábamos adentro preparando más preguntas.
Sale nuevamente Manuel, levanta la voz y dice que descansa un poco y sigue atendiendo después de comer. Nos llama a nosotros y lo seguimos hasta la cocina donde allí se sentó a comer mientras que nosotros buscábamos sillas, llamamos a Gonzalo y a Florencia para que vengan y estemos todos. Ya los 4 en la cocina empezamos con las preguntas.
Los nervios estaban presentes pregunta a pregunta, nuestras miradas estaban atentas a cada gesto, cada movimiento del brujo más popular de la ciudad. Las preguntas eran claras y sencillas, a las que el curandero no tuvo ningún problema en contestarnos todas nuestras inquietudes con tranquilidad y paciencia. Lo único que nos dijo es que a la hora de sacar fotos, que sean publicadas sólo en el ámbito de la facultad ya que no quiere que salgan en ningún diario.
Manuel tiene 52 años y ya hace varios de ellos, que se ocupa de ayudar a la gente con las necesidades que tenga. “Veo las cosas que tiene adentro de cada uno y les cuento que les pasa, yo les agarro las manos y le digo todo, no hace falta que me cuente” dijo “el brujo” con toda naturalidad.
Hace algún tiempo Manuel ayudaba a un comedor que está cerca de su casa, pero ya no tiene ningún tipo de relación, ya que unifico toso e un solo lado y es su lugar el que se encarga de algunas responsabilidades que tenía el comedor antes como por ejemplo: buscar mercadería, ropa y le damos a la gente que necesita y se acerca a buscar.
No es un dato menor que Manuel no tiene ninguna cuota fija para prestar sus servicios. La gente que concurre a verlo a él, (más o menos 600 o 700 personas por día) lo puede hacer los días de semana desde las 7 a las 15 hs, llevando solamente algún alimento no perecedero. Manuel no tiene un honorario fijo por su servicio, sino que queda a voluntad de la gente con lo que pueda o quiera colaborar.
Durante la entrevista Manuel, le dijo unas palabras a Sofía, nuestra compañera, por lo que ella no podía creer lo que él le estaba diciendo. Quedo paralizada con lo que le dijo, le hablo de su vida privada y sobre temas muy puntuales sobre su familia. Luego la entrevista siguió con naturalidad.
Finalmente, Manuel a lo largo de la entrevista se ocupó de dejarnos bien en claro que él no practica ningún tipo de ritual, sino que lo que dice, es lo que ve en la gente que lo viene a ver. No necesita de saberes previos. Ve lo que le pasa a la persona a través de ellos. “yo creo mucho en Dios, sino no haría esto. Yo no lo elegí, no lo estudie, si lo hubiera estudiado bueno te tiraría las cartas y te diría lo que dice un libro, a mí eso no me hace falta, te miro adentro nomás, esas cosas no hacen falta que tires una carta ni el nombre yo te miro y nada más” dice el curandero seguro de sí mismo.
Por: Lucas Ezequiel Moreno
          

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