miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mi amiga, la muerte

Cada vez que alguien se baja del Costera, mira enfrente de la Estación de Trenes en La Plata y ve siempre el mismo cartel: “Tarot gratis la primer tirada”. El puesto de diarios que está en la vereda suele ser atacado a preguntas, todos buscan a Jorge.  
La puerta de entrada tiene una escalera con piso de goma, que lleva a una galería ubicada en el segundo piso del edificio. El olor a humedad y pis de gato espanta. Entre todos los locales se encuentra el de Jorge, un brujo que se dedica a la magia negra. El lugar es tétrico. El vidrio deja entrever a la muerte.
Jorge fue viudo, ahora convive con su mujer en una casilla en Florencio Varela. Viaja todas las semanas a La Plata en su Renault 12 marrón a atender a sus pacientes. Él no se considera el mejor, pero sí asegura que no es un chanta. Desde los siete años, cuando su madre murió, es que puede ver lo que va a pasar. Robusto y color tierra, simpático y afeminado, muy suelto de palabras Jorge cuenta con tranquilidad que se dedica a la magia negra, que juega con la muerte, pero siempre hace el bien.  Usa siempre camisas blancas manga corta, para simbolizar la pureza de su don. Aunque las cadenas y los anillos negros transmiten lo contrario. Las muletillas en su vocabulario se dejan sentir, cada tres palabras una muletilla. Cada tres palabras recuerda a su “finada madre”.
 Ya hace tiempo que dejó las drogas, el alcohol y el cigarro. Es adicto a los problemas sexuales y de pareja, asegura que lo único que da estabilidad es la confianza. A pesar de esto suele ser muy retrógrado, sus hijos tienen prohibido usar el pelo largo, los tatuajes y piercings, andar en moto y tener “malas juntas”.
Es un viajero empedernido, recorrió casi toda la Argentina trabajando de curandero golondrina,  también estuvo mucho tiempo en Chile. Durante los largos viajes se llenó de amigos, la mayoría curanderos a los que aún hoy visita. Católico hasta la coronilla, aunque no va a misa porque cree que es una careteada, prefiere ir a ver al Sagrado Corazón cada vez que puede. Está pensando en confirmarse, porque por ahora él no puede comulgar y se lo debe. Asegura estar bautizado por varias religiones y que las práctica, pero él nunca hace referencia al resto.
Todas las noches duerme con el teléfono prendido, está listo para recibir llamados de emergencia en cualquier momento. No hay horas para sentirse mal ni para llorar. Su profesión no termina cuando vuelve a casa.

Jorge vivió una vida muy agitada y triste. De niño quedó sólo cuando su padre se casó con otra señora que lo odiaba. De adulto, durante mucho tiempo no tuvo para darle de comer a sus hijos que prácticamente crio solo, aunque él creé ser un padre ausente.  Su mujer se los robó cuando ellos eran unos niños, pero los recuperó pronto. Para su familia es casi un secreto lo que él hace, todos imaginan algo, pero de su boca no sale nada.

Sofía Lezcano

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